Con el loable objetivo de generar un acuerdo nacional que comprometa al gobierno y a la sociedad civil, se han presentado las propuestas, acciones y metas que la educación necesita, con las grandes líneas que deben orientar el sentido de la educación para los próximos diez años de la sociedad colombiana, pero sin partir de la necesaria autocrítica a los logros y falencias del anterior Plan Decenal, donde el incumplimiento de los compromisos gravitó en materia presupuestal, por ejemplo.
Este necesario ejercicio de planeación que recoge la voluntad del país, podrá generar las transformaciones en materia educativa que requiere este estratégico sector: si han mejorado los indicadores de educación que se relacionan las tasas de aprobación, reprobación y deserción, pero no la inversión prometida, también deseamos que Colombia se encuentre con mejores estándares en cuanto a alumnos por docente; que el monto de las transferencia y el crecimiento del gasto tengan relación con la cobertura educativa de las regiones; que la calidad de la educación resulte más equitativa entre instituciones públicas y privadas, entre regiones de mayor y de menor desarrollo, y entre grupos rurales y urbanos.
Si en efecto habrá que mejorar en competencias básicas en ciencias, matemáticas y lenguaje, tan fundamentales para el desarrollo de las fuerzas productivas, también deberán desarrollarse las relacionadas con otros saberes que contribuyen a una formación integral y crítica de cualquier ser humano, entre los cuales deben estar la filosofía, la historia, la literatura, la geografía, la sociología y otras áreas del conocimiento como las artes. De esta formación integral dependen otras como las de paz y convivencia, solidaridad, trabajo grupal, responsabilidad medio ambiental, creatividad y capacidades de gestión y aprendizaje.
Con una mejor educación provista de un sistema de indicadores que no la reduzcan a la lógica de los mercados, con un presupuesto menos deficitario y con un compromiso sólido del gobierno y de la sociedad civil comprometidos en sus objetivos y programas, se podrán abordar los retos cruciales que imponen a la sociedad colombiana la globalización de la cultura y de los mercados, y que se relacionan con la aldea global, la dimensión ética de la vida local, la movilidad y convergencia tecnológica, la pobreza, la justicia social y la paz.