El porqué de los aguaceros en Colombia

 

Inundaciones en las ciudades por la temporada de lluvias

Por Gonzalo Duque-Escobar*
Con el advenimiento del equinoccio de marzo 21 marcando el inicio de la primera temporada húmeda de la Colombia andina, ahora que El Niño se debilita y enseña que no todos los eventos de dicho patrón climático se comportan de la misma manera, el invierno con sus torrenciales lluvias y tormentas eléctricas ya cobra decenas de vidas, entre ellas las de 30 habitantes de Rosas víctimas del deslizamiento ocurrido el 22 de abril en la vereda Portachuelo (Cauca), a las que se suman entre otras las de Antioquia, Santander y Caldas.
En lo corrido de abril así estemos enfrentando El Niño y no La Niña, dado que la asimetría entre estos fenómenos se relaciona con deficiencias y abundancias de lluvias, entre los eventos hidrogeológicos registrados por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales IDEAM sobresalen 111 ocurridos en 85 municipios del país, que no son propiamente las sequías esperadas: 34 movimientos en masa, 32 inundaciones, 25 vendavales, 17 avenida torrenciales y 3 tormentas eléctricas.
Al igual que la amenaza de desabastecimiento de agua como evento característico de El Niño que enfrenta Colombia, el actual invierno también pasa factura por la deforestación como factor del descontrol hídrico y pluviométrico con sus efectos colaterales de doble carácter. Mientras que por superficie la cobertura de bosques del país llega al 53.5%, en lugar de estar incrementando la superficie boscosa tal cual lo hacen Chile y Costa Rica cada año deforestamos entre 150 y 250 mil ha, la mitad de ellas en la Región Andina
que con el 24% de la superficie continental y el 75% de la población, sólo posee el 13% de nuestro patrimonio hídrico de agua dulce.
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Imagen 1- Colombia, Amenaza por remoción en masa (Ingeominas) y
Degradación de suelos por erosión (IDEAM)
El fruto de dicha degradación en este país que cuenta con el 5% del patrimonio hídrico mundial, en caso de lluvias extremas son los deslizamientos y flujos de lodo, al igual que las inundaciones lentas en planicies deprimidas o zonas de ciénaga, e inundaciones súbitas causadas por avenidas o crecientes de ríos. Las primeras, se ilustran con las que se presentan en la Depresión Momposina donde la adecuación de tierras involucra la desecación de ciénagas, al tiempo que las segundas -caso de Mocoa y Salgar-, se dan a lo largo de la geografía andina sin diferencia entre áreas rurales y urbanas, y en el ámbito de cuencas deforestadas donde los cauces de montaña encuentran ocupados sus valles de salida.
Dado lo anterior y previendo las funestas consecuencias de las pertinaces lluvias, como deslizamientos tras la infiltración acumulada o inundacionespor crecientes, el IDEAM ha declarado el estado de emergencia en 569 de los 1122 municipios del país -entre ellos 432 ubicados en la Región Andina-, y estimando los niveles de alerta por ente territorial, así: roja en 22, naranja en 198 y amarilla en 349 localidades.
Inundaciones por las fuertes lluvias
Imagen 2- Inundaciones por las fuertes lluvias. Foto: Gobernación del Valle
Aunque Colombia cuenta con el Plan Nacional de Gestión del Riego de Desastres 2015-2025, además de la contaminación y degradación ambiental y del uso conflictivo del suelo, enfrentamos grandes retos relacionados con la degradación de espacios boscosos y corredores verdes de la estructura ecológica del territorio, lo que conduce a la pérdida de regulación hídrica en el 75% de las fuentes de agua en los lugares más secos poniendo en riesgo de desabastecimiento 318 cabeceras durante las temporadas de El Niño, y también en riesgo por inundación, avenidas o deslizamientos durante cualquier invierno a 318 jurisdicciones.
El ENSO
El ENSO -El Niño Southern Oscillation-, es un patrón climático cíclico no periódico conocido hace más de un siglo, producto de las fluctuaciones de temperaturas oceánicas provenientes de Australia, que al detonar en el Pacífico ecuatorial con fases húmedas o secas ocasionan dos fenómenos: “El Niño o La Niña” según el caso, con graves consecuencias climáticas en gran parte del mundo.
Para medir su intensidad, se evalúa la magnitud de la anomalía térmica del citado océano en un área geográfica determinada, así: de 0 a 0.5°C las condiciones climáticas son normales; de 0.5 a 1°C el evento es “débil”, denominándose “El Niño” cuando es cálido o “La Niña” sin es frío; de 1 a 1.5°C el evento es moderado, de 1.5 a 2°C será un evento fuerte, y por arriba de 2°C será evento extraordinario.
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Imagen 3: Pronóstico para el ENSO 2019 del CPC/IRI favorable para una fase cálida, con una probabilidad que varía del 94% en Marzo- Abril- Mayo al 51% en Noviembre- Diciembre- Enero.
Si bien esta es en Colombia la situación pese a estar avanzando la fase cálida hacia condiciones débiles de un ENSO, es decir estando en El Niño, la causa de las tragedias parte del carácter extremo de los eventos climáticos que caracterizan el calentamiento global, en virtud de la lluvias que acompañan el invierno en la cuenca Cauca-Magdalena, presente hasta cuando llegue la temporada seca con el solsticio del 21 de junio.
Y de conformidad con los pronósticos del Centro de Predicciones Climáticas y el Instituto Internacional de Investigación del Clima, del pasado 11 de abril, si con un 65% de probabilidad regresará la amenaza de sequía porque las condiciones débiles de El Niño prevalecerán durante el verano 2019 del hemisferio Norte, el país deberá enfrentar al tiempo la problemática de los desastres climáticos por lluvia o sequía, resolviendo la causa  común de la vulnerabilidad ambiental.

Imagen 4: Escenarios de Cambio Climático para Colombia: cambios en precipitaciones y temperaturas. IDEAM.

Los desastres naturales que afectan a Colombia -donde la doble problemática del desplazamiento de población de las zonas rurales a las áreas urbanas atenta contra las metas del desarrollo- también en el mundo vienen ocasionan en promedio 100 millones de desplazados por década, a los cuales se suman 33 millones que  abandonan su territorio por conflictos armados y violencia antropogénica.
Según la Agencia de la ONU para los Refugiados en 2017 el número de desplazados en Colombia ascendió a 7,7 millones; y según el DPN entre 2006 y 2014 de cada cuatro colombianos uno resultó afectado por desastresclimáticos. Esta situación es común en América Latina y el Caribe, dadas las amenazas naturales propias del medio tropical, y las consecuencias socio-ambientales del subdesarrollo.
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Imagen 5: Colombia: Vulnerabilidad al cambio climático (PMA), y Mapa de Coberturas y Clima (La Historia con Mapas).
De ahí la importancia de una gestión integral del riesgo, que a partir de una organización de carácter participativo emprenda acciones eficientes para conocer, planear y transformar su medio ambiente en un medio ecológicamente sólido y compatible con su cultura, atendiendo de forma eficaz y oportuna la oferta y demanda del medio ambiente amenazado, con las limitaciones que imponen el ecosistema y el contexto socio económico.
¿Qué hacer?
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Imagen 6: un territorio ecológicamente sólido y compatible con la cultura, como construcción social e histórica expresa los procesos de una relación dialéctica entre dos sistemas: el natural y el social.
Habrá que saldar pasivos ambientales de décadas engendrados por múltiples factores que han intervenido en la construcción de la vulnerabilidad a los eventos climáticos extremos, en un medio ambientalmente complejo y pluricultural, lo que obliga a intervenir estructuralmente las deficiencias de una planificación precedente permeable a un modelo de ocupación conflictivo del territorio, que facilita la socialización de los costos y la privatización de los beneficios, buscando la explotación del medio ambiente en contravía del interés general.
Para dicha gestión del riesgo, se requiere acompañar los procesos sociales de empoderamiento del territorio, de la previsión a corto plazo instrumentando los fenómenos geodinámicos, las alertas tempranas y la modelación de los eventos probables, y de la previsión general donde resultan vitales los mapas de amenaza para resolver la ocupación conflictiva del suelo implementando modelos de exposición al riesgo. Entre las medidas de prevención, además de las mejoras físicas o estructurales, y de la gestión eficiente de los sistemas estratégicos y líneas vitales, se debe preparar a las personas y contemplar la planificación participativa de acciones rápidas y eficaces para restaurar los servicios y controlar o mitigar los daños al hábitat y al medio transformado.
Tragedia en Rosas, Cauca
Imagen 7- Tragedia en Rosas, Cauca. Foto: Presidencia de la República
Y en materia de planificación, se deberán establecer, no sólo un plan general diseñado en función del riesgo de cúmulo (de importancia para las autoridades), sino también el correspondiente plan operativo diseñado en función del riesgo específico (de interés para el usuario), coordinado con el anterior para dar respuestas a las inquietudes y necesidades locales. Añádase la educación requerida para formar una cultura ambiental que propenda por la apropiación social del territorio en la gestión participativa  e integral del riesgo, propendiendo por una prevención de los desastres por la vía de la planificación y del ordenamiento del territorio.
Finalmente, para enfrentar la adaptación al cambio climático, las anteriores acciones a emprender en el marco de una gestión, deberán apostarle a objetivos y medidas estratégicas, tales como: resolver las disrupciones de un modelo productivo y de consumo que atenta contra su estructura ecológica; expandir las figuras de conservación para viabilizar la preservación de los ecosistemas en áreas críticas; zonificar el territorio y planificar el uso del suelo y del patrimonio hídrico; e implementar acciones para la investigación de la amenaza y de educación ambiental como estrategias fundamentales para lograr una apropiación social del territorio, mediada por la cultura ambiental.
*Profesor Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales. Razón Pública [2019/04/28] www.razonpublica.com
Enlaces U.N.:
 Antropocentrismo, ¿concepto cultural o geológico?
Primer alunizaje en la cara oculta de la Luna.

 

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