El Estado y la función del suelo urbano en Manizales

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Por Gonzalo Duque-Escobar

No parece viable un ordenamiento ambiental que propenda por la sustentabilidad del medio ambiente urbano, mientras persistan en Manizales las dinámicas incontroladas de expansión conflictiva de la frontera urbana, la distribución inequitativa de cargas y beneficios, la separación de costos y utilidades obtenidos de la actividad urbanizadora, y una estratificación de Ley altamente inconveniente, inequitativa y anacrónica, mediante la cual se otorgan subsidios y cobran contribuciones en función de la morfología urbana de la vecindad y de las características de la vivienda, y no de la realidad socioeconómica del ciudadano, máxime cuando las fuerzas del mercado trafican con la Plusvalía Urbana a costa de las miserias en el hábitat de las áreas deprimidas de la ciudad, donde se acumulan los pasivos ambientales del modelo urbano.

Los planificadores, más allá de una perspectiva técnica opaca a los procesos socioeconómicos del hábitat, para el desarrollo de sus actividades deberían contar con elementos de política pública, que mirando más allá de las amenazas naturales, contemplen los aspectos socioambientales de la vulnerabilidad, y que prevengan la especulación con el suelo urbano y garanticen la función social y ecológica de la propiedad, en lugar de dejar las dinámicas urbanísticas a merced del mercado, olvidando asuntos vitales para decisiones que deberían redundar en el bienestar colectivo, en un modelo no conflictivo de ocupación del territorio, y en una propuesta de ciudad más verde y más humana como lo propone el colectivo “Subámonos al bus del POT” desde la SMP de Manizales.

Uno de los fenómenos que caracterizan el subdesarrollo, es la segregación espacial y social urbana a la que se refiere Samuel Jaramillo González (2010) de la Universidad de los Andes, definiéndola como “una característica no neutra de nuestras ciudades”, para la cual reclama una decisión política orientada a controlar las dinámicas espontáneas que produce el mercado asociadas a la especulación con el suelo urbano, y generar instrumentos de intervención del Estado útiles para prevenir ganancias no productivas ocasionadas por el cambio de uso del suelo, como la apropiación de la plusvalía urbana por el municipio– por tratarse de un bien que le pertenece a todos- además de la promoción estatal planificada de vivienda y la aplicación de cuotas de vivienda social a los urbanizadores.

Aunque estén relacionados, “valor y precio” no son lo mismo: los bienes tienen un valor de uso que se asocia a la satisfacción que nos brindan, y al tiempo pueden o no poseer un valor de cambio, gracias al cual se intercambian con otras mercancías y se establece su precio en el mercado. Por ejemplo, el aire que tiene un considerable valor de uso, no tiene precio, como sí las mercancías que por ser bienes económicos que se venden, compran o intercambian. Desde Aristóteles, cuando alude a la reciprocidad y al talión, pasando por Adam Smith cuando se ocupa de las dinámicas del mercado y de la teoría de los precios, o por David Ricardo con sus ideas sobre la teoría de la renta de la tierra asociada a su productividad agrícola, hasta Marx con la teoría histórica y social del valor-trabajo, el pensamiento económico se ha ocupado del asunto para explicar precio y renta de la tierra.

Si efectivamente el aire, aunque posee valor de uso, no posee precio toda vez que en él no se incorpora trabajo humano para su purificación y suministro, entonces al reflexionar sobre la naturaleza del precio de la tierra, dado que ella en sí no es un bien transformado, para el Profesor-Investigador Jaramillo, en el caso del suelo urbano la tierra tiene precio así no sea un valor en sí misma, gracias a la renta que genera en virtud del control que ejercen los dueños de los terrenos, sobre una condición suya indispensable para la producción y consumo del espacio construido, con lo cual los terratenientes se apropian de parte del valor producido socialmente por los agentes económicos que generan capital, impulsados por una perspectiva de crecimiento económico, pero a costa del medio ambiente y la miseria humana cuando la ética falla.

Finalmente, si en Colombia la deuda histórica con el campesinado parte de que el Estado no ha controlado el régimen de propiedad de la tierra, ni usado con eficiencia herramientas como el catastro, la extinción del dominio y la reforma agraria, en nuestra ciudad la problemática del suelo advertida en procesos que acentúan las inequidades, como la fragmentación y renovación urbana, la presión sobre la selva andina, y las zonas de riesgo de la periferia, deberíamos aplicar correctivos al mercado inmobiliario, densificar la retícula de la ciudad antigua, prevenir la propagación de los guetos urbanos y emplear a fondo instrumentos impopulares como el impuesto predial y la contribución de valorización, además de la recuperación de la plusvalía urbana ya aplicada al 50% en Pereira y a punto de trasladar recursos públicos fundamentales para sectores marginados y beneficiar el mercado inmobiliario alegando una crisis inexistente tal cual se les comprobó con notas de la prensa aludiendo al auge del sector, para prevenir un acto criminal que viola los fundamentos de la ley al apartarse del interés general.

* Profesor Universidad Nacional de Colombia. http://godues.webs.com [Ref.: La Patria, Manizales, 2014.09.1] Imagen, Piezas Intermedias de Planificación PIP, de Manizales. Secretaría de Planeación de Manizales. En: http://sociedadespacionaturaleza.wordpress.com  

 

Referencias principales:

 Reseña de: Hacia una Teoría de la Renta del Suelo Urbano. Parias Durán, A. (2010). Samuel Jaramillo González. Segunda edición revisada y ampliada. Bogotá: Universidad de Los Andes, Facultad de Economía, Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico –CEDE–, Ediciones Uniandes, 2009. Territorios, 22, pp. 151-161.

Manizales del alma: y la plusvalía qué… Por: Gonzalo Duque Escobar; Profesor de la U.N. de Colombia, Miembro Correspondiente de la Academia Caldense de Historia y Socio de la SMP de Manizales. Documento del Museo Interactivo Samoga. Manizales, julio 12 de 2022.

Fuentes bibliográficas y de consulta 

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