Ríos urbanos para Manizales.

Por: Gonzalo Duque-Escobar

Si queremos un hábitat urbano más verde y más humano, en lugar de cloacas como lo son las quebradas Manizales-río Chinchiná y Olivares-Río Guacaica, donde además de amenazas hidrogeológicas vertemos las aguas servidas de la ciudad, portando 10 toneladas de carga proveniente de las zonas industriales y 20 toneladas más de procedencia residencial a sendos distritos sanitarios Norte y Sur, desarrollemos una cultura de ríos urbanos orientada a tener cuerpos de agua saludables y sostenibles, empoderándonos de los procesos de gestión hídrica y ambiental, desde la evaluación y recuperación, hasta el mantenimiento y conservación de nuestras fuentes hídricas con sus cuencas y rondas.

Si a nivel mundial, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente entre 1990 y 2010, la contaminación aumentó en la mayoría de los ríos de África, Asia y América Latina, y con ello el riesgo de contraer enfermedades para cientos de millones de personas, comprometiendo además la producción de alimentos y las economías que depende del agua, como mínimo habrá que encontrar la forma de incorporar otro modo de relacionamiento con nuestras fuentes hídricas, para convertirlas no sólo en factores de desarrollo sostenible, sino también en huéspedes condicionantes de acciones y beneficios, incorporándolas a nuestro paisaje para hacerlo ecológicamente amigable y enriquecerlo de oportunidades culturales.

En Colombia, donde apenas el 30% de los vertimientos generados en nuestras ciudades tiene algún tipo de tratamiento, con las respectivas consecuencias medioambientales, la problemática del agua, antes que un asunto de cantidad es de calidad y cultural, dada la contaminación proveyendo patógenos y productos químicos, no solo asociados al sector agropecuario o minero, sino también desde los medios citadinos. En el top de los ríos urbanos más contaminados de Colombia, aparecen el Bogotá, Chicamocha, Medellín, Cauca, Suarez, Pasto, Chinchiná, Otún y Quindío; a esta problemática de nuestro entorno, se suma la contaminación del aire y el suelo, afectando además de pobladores internos y vecinos rurales y urbanos aguas abajo, a la biodiversidad y a la fauna a su alrededor, hasta los mares.

En nuestro caso para la subregión Centro-Sur de Caldas, donde gravita la enorme huella verde del café afectando las cuencas medias del Chinchiná, donde las corrientes mayores son los ríos Chinchiná, Guacaica y Rio Claro, y la presión sobre los bosques de niebla en sus cuencas altas, incluidas las de los ríos Molinos por el sur y Río Blanco al norte, en el marco de los ríos urbanos, las problemáticas mayores no sólo están en las quebradas Manizales y Olivares por los vertimientos, sino también, en las de Cameguadua de Chinchiná por similar razón degradando el embalse, en El Rosario por la cárcava del Tablazo y en El Perro por procesos de socavación que explican las avalanchas de 2008 y 2010 abatiendo a Expoferias.

Que sea esta la oportunidad para cuestionar el modelo de la PTAR de Manizales, un esfuerzo importante que considero mal resuelto: en lugar de priorizar el tratamiento secundario o biológico de 20 toneladas residenciales, y evitar que los industriales se colgaran del proyecto, poniendo en riesgo que la carga económica descanse en los usuarios, se optó por un tratamiento únicamente primario o físico, y por lo tanto insuficiente, donde únicamente se van a tratar la mitad de las aguas residenciales para responder también por las industriales, dejando por fuera el distrito sanitario de Olivares. No señores, tratemos aparte aguas industriales y residenciales, y avancemos en colectores para recoger aguas servidas residenciales, en lugar de poner en riesgo una socializalización de costos ambientales por la vía de los usuarios.

Finalmente preguntamos entonces, ¿será que el desarrollo de la ciudad está en conflicto con los hábitats naturales de los medios fluviales y, por lo tanto, los ríos y humedales no pueden funcionar bien en las ciudades y obstruyen su desarrollo? Definitivamente no: un río entendido como una fuente de vida que, al interactuar con los medios citadinos, como objeto de derechos ambientales merece el desarrollo de nuevos planeamientos urbanísticos, soportados en una perspectiva verde nutrida de elementos de la propia naturaleza, los cuales permiten encontrar soluciones integrales basadas en la resiliencia, estableciendo acciones y obras verdes de intervención incluyentes, para adaptarlo al cambio del medio urbano respetando la base natural, que lo soporta.

* Profesor Universidad Nacional de Colombia y Miembro de la SMP de Manizales. https://godues.webs.com  [La Patria, Manizales. Noviembre 2 de 2020] Imagen: Distritos Sanitarios de Manizales.

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